El Primer Abogado Robot

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Sobre el primer abogado robot

El primer “abogado robot” estuvo a punto de debutar en los Tribunales de Estados Unidos en febrero de este año. Se trata de una aplicación de la empresa DoNotPay basada en inteligencia artificial que iba a ayudar a una persona a apelar una multa de tránsito en juicio. Finalmente, el abogado robot no litigará ya que amenazaron a Joshua Browder CEO de DoNotPay con levantar cargos y llevarlo a prisión.

Este emprendedor comenzó en 2015 ayudando a las personas a reclamar multas de estacionamiento y tiene una misión: democratizar el derecho y automatizar muchas de las tareas que realizan los abogados.

Según MIT Technology Review, esta empresa que ya ha ahorrado multas por un valor de 8,2 millones de euros a 375.000 personas, 

Browder sostiene que “meterse en un proceso legal nunca debería ser un engorro ni una cuestión de dinero. Debería ser una cuestión de cuál es el resultado correcto, de obtener justicia” (MIT Technology Review).

Inteligencia artificial y abogacía

En el ámbito legal, desde hace unos años se especula con la posibilidad de que una I.A. pueda reemplazar a los abogados. El abogado robot de DoNotPay sumado al boom de las inteligencias artificiales generativas como ChatGPT (lanzada en noviembre de 2022), pusieron nuevamente este tema bajo debate. ¿Los nuevos avances en inteligencia artificial marcarán un antes y un después en la historia de la humanidad? ¿Las máquinas reemplazarán a los abogados?

Ante estas preguntas, hay que hacer algunas aclaraciones.

La abogacía es una profesión que está regulada. Los abogados necesitan de una licencia o matrícula para poder ejercer su profesión, cosa que el robot no tendría.

Claro, uno podría especular con que el día de mañana, una inteligencia artificial tome y apruebe el examen para conseguir esa matrícula. De hecho, varios usuarios han reportado que utilizaron ChatGPT para aprobar los exámenes (de prueba) que habilitan para ejercer la abogacía. Habrá que esperar a ver si los Colegios de Abogados permiten tal situación. Por lo pronto, el “abogado robot” de DoNotPay participará de un proceso para apelar una multa de tránsito, que no exige abogado matriculado.

Otro punto a tener en cuenta es que en algunos países como Estados Unidos los juicios son orales, pero en otros países como Argentina, los juicios son en su mayoría escritos. Esto dificulta el actuar de los “abogados robot”. A esto hay que sumarle que no en todos los juicios orales se permite a las partes tener auriculares para recibir asesoramiento legal.

¿El fin de los abogados?

Hechas estas aclaraciones, ahora sí, hay que preguntarse, ¿se aproxima el fin de los abogados?

La respuesta más honesta que uno puede ofrecer es que no se sabe. ¿En cinco años habrá abogados? Si, seguro. ¿En cincuenta años? Eso ya es más difícil de responder. Siempre repito la frase de Bill Gates: solemos sobreestimar el impacto de la tecnología en el corto plazo y subestimarlo en el largo plazo.

Si bien nadie sabe a ciencia cierta si los abogados desapareceremos o no, podemos especular con algunos escenarios posibles. Pensemos por un momento qué hacen los abogados, a grandes rasgos:

  1. Representan o patrocinan a sus clientes en juicio. Es decir, litigan.
  2. Revisan y confeccionan contratos, documentos y escritos legales.
  3. Asesoran a sus clientes.
  4. Diseñan, implementan y supervisan proyectos legales, tales como un M&A (fusiones y adquisiciones), licitaciones públicas, contratos complejos, etc.
  5. Gestionan riesgos y asesoran sobre los mismos.

Ahora bien, intentemos un ejercicio de futurología –con todas las limitaciones y salvedades posibles– y analicemos qué tareas de las que realiza un abogado podrían ser reemplazadas por una inteligencia artificial.

¿La inteligencia artificial puede reemplazar a los humanos en la revisión y confección de documentos, escritos y contratos? Si. De hecho, ya hay sistemas de inteligencia artificial que se utilizan para estas tareas. Por ejemplo, en 2017 JP Morgan anunció que había desarrollado el software COIN (siglas de Contract Intelligence) que automatizaba la revisión de documentos para ciertos tipos de contratos. En una prueba, este software revisó en segundos una cantidad de contratos que insumía a los abogados más de 360.000 horas de trabajo de revisión. Además de reducir exponencialmente el tiempo de revisión de estos contratos, el algoritmo fue más preciso que los abogados humanos.

Desde ya, todavía la I.A. no se utiliza para revisar y confeccionar documentos legales complejos, pero ¿qué pasará cuando se lance la versión 20 de ChatGPT o alguna inteligencia artificial así de avanzada? Nadie lo sabe todavía, pero probablemente, en 20 o 40 años una I.A. redacte todos los borradores de documentos legales y un abogado sólo los revise.

¿La inteligencia artificial puede representar o patrocinar a sus clientes en juicio? Esta respuesta es un poco más compleja. Desde ya, en unos años, una inteligencia artificial generativa podrá brindar argumentos para que se utilicen en un juicio, pero el cómo y cuándo utilizarlos, todavía es algo en lo que la I.A. no ha sido probada seriamente. Nuevamente, quizá la versión 20 de un ChatGPT lo logre, pero todavía no lo sabemos. Aquí juega un rol clave la experiencia del abogado o abogada.

Sin embargo, si bien una inteligencia artificial todavía no podría reemplazar a una abogado/a o a un juez/a en toda su labor, si es importante destacar que en un juicio una I.A. podría automatizar muchos de los trámites y tareas legales y judiciales con el fin de acelerar considerablemente los tiempos de la Justicia. Esto no debería generar un rechazo, al contrario.

La inteligencia artificial, ¿podrá asesorar a clientes? Aquí nuevamente, si nos guiamos por el estado del arte actual, habría que decir que no. Aun ChatGPT –la I.A. conversacional más avanzada del mundo–, puede usarse como guía, pero no como opinión definitiva. Si uno considera los avances en I.A. Generativa, podríamos especular con que la I.A. en algún momento reemplace las tareas de los llamados paralegales y quizá hasta de los abogados juniors. De hecho, ya existe software de I.A. que se utiliza para revisar documentos en un M&A o para redactar borradores de documentos legales. Una I.A. Generativa en diez o veinte años, probablemente sea una fuente de consulta imprescindible tanto para el abogado o abogada practicante como para los clientes que necesiten una guía inicial.

Llegamos así a las últimas dos preguntas, que son las más interesantes. La inteligencia artificial, ¿podrá reemplazar a los abogados en el diseño, estructuración, implementación y supervisión de proyectos legales complejos o en la gestión de riesgos?

Aquí nos topamos con el meollo de la cuestión y lo que considero que será el futuro de la abogacía. Si bien actualmente, la I.A. todavía no está preparada para reemplazar a los abogados en estas tareas más complejas, lo paradójico es que, a la vez, los abogados no suelen dedicarse a este tipo de consultoría, que implica habilidades distintas a las del típico abogado litigante. En paralelo a esta situación, los clientes tampoco están acostumbrados a la abogacía preventiva y de proyectos, es decir, a llamar a su abogada o abogado antes de firmar un contrato, antes de empezar un negocio, etc. e involucrarlos desde el inicio para estructurar el proyecto, identificar y minimizar los riesgos.

En definitiva, el nicho que es más difícil de reemplazar por una I.A. es aquél que todavía no está del todo explotado y en el que los abogados pueden aportar mayor valor agregado a sus clientes. En este sentido, figuras como el del Legal Project Manager o Legal Operation Manager cada vez adquieren mayor relevancia dentro de las organizaciones precisamente por el impacto positivo que generan.

De esta forma, quizá, la evolución de la inteligencia artificial sea la causa de la evolución de los abogados hacia una abogacía más creativa, resolutiva, de mayor valor agregado y, de los clientes hacia la importancia de la gestión legal preventiva de riesgos y proyectos.

Al fin y al cabo, como dicen los chinos, cada crisis es una oportunidad.

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